¿Por qué nos cuesta tanto hablar de acoso?

Siempre habrá gente que cree que te lo mereces y te lo buscaste.

Hoy, como otros días, salí a la calle y mientras caminaba me topé con un camión amarillo de basura. Hay camiones como esos en todas partes, pero inevitablemente, cada vez que veo uno, me da dolor de panza y hasta sudo frío. ¡Y eso que han pasado tantos años!

Una vez, cuando tenía 17 años e iba camino a una de esas pruebas de ingreso a la Universidad, un grupo de recolectores caminaba en dirección opuesta a mí, pero sobre la misma banqueta. Se me quedaron viendo, dijeron cosas asquerosas que me niego a repetir y cuando quise hacerme un lado uno de ellos me metió la mano entre las piernas, mientras el resto estalló en risas. Yo no pude articular palabra, no le pude dar siquiera un manotazo, me quedé petrificada y solo seguí caminando.

Supongo que, hasta ese día, yo no era consciente de cómo pueden ser las calles. Siempre estudié a unas cuadras de mi casa, no usaba transporte público y de alguna manera me sentía protegida por estar en un barrio donde todos se conocen. Me subí al bus, llegué a la Universidad y nunca se lo conté a nadie hasta hoy. Ni siquiera pude decírselo a mi amigo Alejandro, quien me estaba esperando para hacernos juntos el examen.

Hace unos días también uno de mis contactos “avisó” en su cuenta de Facebook que lo habían hackeado y que, si recibían algún mensaje suyo, no era él. Estuve a punto de preguntarle, irónicamente claro, que si los mensajes que me mandó hace un par de años, donde me ponía que era mi fan, que me veía guapa y que cómo estaba vestida en ese momento tampoco los había enviado él. Antes de eso yo solo había entrevistado a ese hombre por su trabajo y nunca habíamos tenido ninguna conversación amistosa como para que se creyera con el derecho de escribirme eso.

Como esas dos hay más historias, pero por alguna razón nos hicieron creer que son algo común si sos mujer. Peor aún, nos recriminan por relatar estas historias a destiempo, como si fuera muy fácil hablar del tema. No se habla por temor a represalias o por miedo a que no nos crean. La verdad es muy difícil agarrar valor para contarle algo a alguien y que se te queden viendo sin decir nada o traten de restarle importancia diciéndote que tal vez “lo malinterpretaste”.

Aunque duele recibir esa clase de “respuestas”, supongo que nadie sabe bien cómo reaccionar ante un relato de acoso. Admito que ni yo sé si he sabido reaccionar correctamente cuando otra chica me confía algo tan grave o cuando yo misma he sido testigo de algo, como esa vez que a una de mis compañeras de la Universidad un catedrático le dijo “usted está bien rica”. Siempre me quedo con la sensación de que pude haber hecho más.

Por otro lado, siempre habrá gente que cree que te lo mereces y te lo buscaste “por tu personalidad”. Ya saben, es como cuando justifican el acoso (o el abuso) a una mujer porque llevaba una falda muy corta o porque subía fotos en traje de baño a Instagram. ¡Las mujeres siempre provocando!

Para responder a mi titular, hablar de acoso nunca es sencillo. Simple.

(2 Votos)

Deja un comentario

Asegúrate de ingresar todos los campos marcados con un asterisco (*). No se permite el ingreso de HTML.

  1. Lo más comentado
  2. Tendencias

El vacío que Mickey 17 nos obliga a ver

Una película que se debe ver una vez en la vida.

Por Gabriel Arana Fuentes

Vi la saga Final Destination 25 años des…

No es la gran cosa, pero entretiene.

Por Gabriel Arana Fuentes

INTENSIDAD...

...

Por Rubén Flores

next
prev