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Revolución
Quiero crear formas con tu piel amalgamada a la mía.
Cabalgar en las llanuras de tu cintura
y encontrar refugio en ese espacio húmedo
que imagino entre tus piernas.
No quiero más teoría,
no quiero más ideología.
Quiero iniciar la guerra,
subyugar tus ansias,
fundirlas con el fuego del arma homicida
recién cargada,
dispuesta a todo con tan solo apretar el
gatillo.
Disparar ráfagas de pasión
que hieren cuando penetran,
cuando hacen contacto,
cuando penetran.
Que obligan a estremecerte cuando te alcanzan,
cuando eres tú el objetivo,
desnudo,
tendido,
sin fronteras de ninguna especie,
cuerpo bañado,
dispuesto,
a la espera de la próxima escaramuza.
Camino por las verdes rutas con olor a canela,
llego al pueblo,
que colmado de fragancia a éxtasis invita
a tomarlo,
a dominarlo,
a hacerlo mío.
Al norte diviso dos colinas que necesito hacerlas mías,
aprisionarlas.
Quiérote,
extráñote.
El impulso me invade
y vuelvo a cabalgar en tu cintura,
a amalgamar tu carne con la mía.
ENCAJES
Esa falda larga incita mis sentidos
y mis manos quieren jugar a dibujarte.
Trazos tuyos entre mis dedos,
y el río de tu pasión acalora mi sed.
Aprisiono encajes blancos
y descubro caminos eternos,
infinitos,
y la soledad se convierte en movimientos
y mis dedos se hacen hormigas
y se van transformando en caricias.
Tus ojos se cierran como
queriendo sentirlo todo,
con detalles, sin censura.
Tus piernas dibujan un arco
y mis manos se comen tu carne.
Las tuyas buscan, encuentran,
ahuyentan los infortunios de un caudal sin rumbo
y lo hacen emerger,
cual iceberg,
témpano candente.
Tus labios le prenden fuego a mi cuello
y coincidimos en tonalidades pastel,
como amalgama, como fusión.
Como dos que siempre tuvieron la intención,
como dos que recién encuentran el momento.
LUNA
Quiero mecerme en tu cabello largo y revuelto.
Cobijar soledades sempiternas con tus brazos,
hogar de ternura y devoción,
arrodillado entre los pliegues de tu cuerpo hechizante.
Hacer de tus pechos castillos que fecunden mi pasión por ti,
que resguarden mis palabras y mis caricias en claroscuro.
La luna se posa sobre el celo,
impetuosa como tu mirada sobre mi ser,
con la magia de una noche oscura sin estrellas,
misteriosa como la bruma del mar a medianoche, a
tado a ti entre la arena,
con los pies sumergidos en el agua del perfume
que pregonas y las manos bañadas de canela,
creando figuras surrealistas,
inexactas, benevolentes,
sobrias porque te quiero
y ebrias porque me enloqueces.
Me golpea con la fuerza de un martillazo tu sonrisa plena
y me clava, cual clavo en la cruz,
un beso sobre mis labios ausentes sin ti,
vacíos sin el perfil de tu cálido aliento.
No has dejado de ser lo que siempre fuiste,
ni de provocar lo que siempre fue un deseo
recurrente.
La pared de mi cuerpo se inquieta
sin el graffiti que tus manos saben dibujar
y mi carne extraña tus caricias llenas de humanidad
y redención.
Deja que envuelva mis insomnios en tus piernas,
que revolucione mis sentidos entre tu boca,
que cante una canción sobre tu vientre
y que pinte un lienzo justo contigo
en tu cama.