Juan Pablo Dardón Pereira

GAXXXTRONOMÍA: Nikkei, orgía en la boca

Los sabores se mezclan en armonías que te harán babear como adolescente viendo porno.

El editor me invitó al restaurante donde degustamos las viandas en un ambiente de cordialidad, la música estaba chilera, no invasiva y lo mejor de todo, no eran versiones de bossa nova de canciones populares.

Cuando escucho eso, inmediatamente me encabrono y me cae mal la comida. Tip: restaurantes NO PONGAN ESA MÚSICA DE MIERDA. No sean hijueputas. Esa música es para gente de mal gusto y para gente estúpida. Si a ti lector, te gusta esa música, pues saca tus conclusiones: tienes mal gusto y eres estúpido.

Ya pasado el primer filtro de ofendidos, vamos a lo que nos interesa: la comida. Nikkei está ubicado en la Azotea (Rooftop para los que no hablan español) del Centro Comercial Oakland Mall.

El menú es un vergueo porque no conocía la comida y realmente nada me parecía conocido, apetitoso sí, pero conocido nada. Tiene entradas, platos fuertes y postres. Eso sí entendí.

El jefe pidió unos gin de arándanos con una ramita de romero quemada frente a tus ojos. El soplete me recordó cuando probé el crack. El sabor del trago es muy bueno, refrescante y las notas tostadas del romero, combinaron muy bien. Me tomé 14. Mentiras, no soy vicioso.

De entrada pidió unos panitos que se llaman Bao Bao, eran de anguila y de cerdo. Los dos estaban deliciosos. Fue como acariciar chiches por primera vez.
Luego vinieron los tiraditos que parecían bandera gay a medias. Me explico, es un plato con tres salsas: amarilla, naranja y rosado. Debajo de ellas, hay camarón, pescado y calamar. Los sabores son astringentes, ácidos, hay aceituna, alcaparra, ají. Muy rico todo, fresco. Me dieron ganas de lamer el plato como si fuera una vulva muy mojada y jugosa.

De plato fuerte pedimos un rollo de atún rojo coronado con foi grass y jengibre tostado. Fue revivir el primer orgasmo que tuve: revelador, una experiencia que cambia la vida. Estuve a punto de ponerme a gritar de placer, pero no era motel. Así que mejor me congracié en silencio como cuando cogés al lado de gente que te puede oír.

Luego pedimos un lomo de cerdo con la piel tostada en salsa agridulce, sobre cama de zanahorias. ¡Jueputa!. Fue como ver a tu pareja caminando desnuda a la cama, lento, hermosa, las turgencias rebotando a cada paso y luego la muerdes suave y sientes la piel como si fuera la piel de una naranja que suelta sus aceites esenciales y te impregna los sentidos de un hambre prehistórica.

Y te la comes, lento, con amor y fuego en el pecho y salivás. Cada mordisco es un orgasmo. Los sabores se mezclan con todo, sabe bien, se siente bien y algo adentro tuyo te dice que naciste para eso. Para comer. Y coger, claro.

Nikkei es una experiencia muy buena, muy recomendable. Precios caros, porciones justas. No es venta de hamburguesas si quiere comer como coche, es para disfrutar sabores, adiestre el paladar.

Última modificación Viernes, 14 Septiembre 2018 10:33
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