Promiscua musical

Rawayana y una cerveza fría 

El grupo venezolano y su eterno mood de verano 

Estar metida en una oficina tiene muy poca ventajas pero, como descubrí esta semana, una de ellas es poder encender el aire acondicionado y darle play a Rawayana. En mis audífonos claro, porque seré todo menos una Godín irrespetuosa. 

Técnicamente Rawayana es una banda de reggae pop, por lo que no sería mi primera opción para escuchar. Sin embargo, el algoritmo sabe más de mí que yo misma y un día me ofreció su Tiny Desk que, por cierto, es una joya y nos devuelve a los latinos un poco de ese orgullo que Maluma tiró por los suelos hace unos meses. 

Una de las canciones de la sesión fue Feriado, que tiene una letra divertida a la par de una gran mezcla de instrumentos. La habré escuchado tres veces por día en los últimos meses. Me parece tan extraordinaria que si yo dirigiera el coro de una iglesia la cantaríamos al final de cada sesión de speed-dating. Ok, tal vez no. 

Creo que lo que me pasa con Rawayana y, en especial con su disco ¿Quién trae las cornetas?, es que me pone en el mismo mood de estar sacando una cerveza de la refri para luego lanzarme a la hamaca. Y eso para mí suena como una buena tarde de verano. 

Otra joyita, que también estaba en su Tiny Desk, es Dame un break, un tema delicioso para bailar y sudar, y que, pensándolo bien, nos cuenta toda una telenovela moderna. Yo sí me besaría al que me gusta al ritmo de esa canción, pero puede que solo sea el calor hablando por mí. 

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Los Rawayana tienen casi dos décadas de andadura en la música, a pesar de lo cual su discografía consta de solo cinco álbumes, a mi gusto, muy bien curados. Siento que aplica lo de calidad versus cantidad, aún en una industria musical moderna que nos tiene acostumbrados a que si no hay tema nuevo, hay remix o remix del remix.  

Aunque la música urbana sea lo de hoy y la que pone a los latinos en la mira del mundo, me gusta este grupo que no sólo revive sus ritmos venezolanos, sino también coquetea con los merengues y hasta las salsas. Hacen que parezca que hacer música es fácil, cuando claramente no lo es. 

Por cierto, casi al final de ¿Quién trae las cornetas? aparece Colchones, tambores y refrigeradores, un pequeño homenaje a la Ciudad de México, donde se asentaron hace algunos años. En realidad las referencias son un recordatorio que a casi una generación entera nos crió la televisión mexicana y que los latinoamericanos tenemos más cosas en común que las que nos separan. 

Y como eso, en la música hay que darse la oportunidad de salir de la zona de confort y dejarse conquistar. 

utube.com/watch?v=CbotsXwCbNE&t=258s

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