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Los sueños de una niña
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A las largas horas de la noche ya no les temo.
Tenía miedo de despertar, mas aún de volver a dormir cada noche.
De soñar y sentir.
De sentir que alguien de verdad me amaba.
De sentirme en compañía.
De no querer despertar y darme cuenta que todo fue un sueño inocente.
Un sueño que quería, que anhelaba con mi alma.
Y henos aquí. Puedo dormir en paz.
Y sí, aún tengo esos sueños.
Sueños donde el ser humano más hermoso me espera.
En un gran campo con flores de colores.
Pero ahora puedo sentirlo, en otra realidad.
Justo cuando creí que ya no me importaba.
Ahora me despierto y puedo ansiar seguir con mi día.
Finalmente llegaste tú.
Puedo escuchar aves cantar en las ramas sobre mi cabeza.
Melodías casi tan bonitas como tú.
Flores que emergen por debajo de nuestros pies.
O simplemente una brisa caliente que llega cuando tú lo haces.
Tú me diste esto.
Si no fuera por ti, tal vez no podría ser yo otra vez.
Le enseñaste a esta pequeña chica que puede serlo.
Que puede amar y que puede dejar de sentir miedo.
Así que te lo agradezco desde el fondo de mi alma.
Este papel jamás alcanzará para exlicarte cuánto te amo.
Y me gustaría decirte que no te necesito.
Que en cualquier momento puede ser alguien más.
Pero no es así.
Tienes mi corazón entre esas preciosas manos.
¿Pero sabes qué? Estoy comenzando a perder el miedo.
A veces las dudas y el miedo invaden mi cabeza.
Y de pronto, me observas.
Con esos ojos tan encantadores.
Y mi mente se calma.
El miedo que hay en mí, desaparece.
Esa niña asustada que vive en mí, poco a poco se calma.
Hiciste que bajara mi guardia.
Me enamoré de ti.
Gracias por devolverle el sueño a esta niña.
Mi amor, no sé cómo más decirlo en este pedazo de papel.
Pero por última vez, te amo.