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INTERMITENTE
Poesía para avanzar en la semana... la vida...
Quisiera amalgamar un arcoíris de palabras para dibujarte cual lienzo impresionista, todo lo que sigues deletreando en mi existencia.
Pero me siento sumiso, cansado de dar rodeos, creando figuras inexistentes, fotografiando con tinta insensible formas, rumbos.
Me atoro en esta silla y te tengo apurada entre mis cosas. Cierro los ojos y vuelves como siempre, como aquellas veces, como el sol al otro día.
Querer es un vocablo extraño en mi tierra, en mis territorios y, sin embargo, contigo se escapa como nada de las rejas de los labios.
No lo invento, pero tampoco lo exagero. Solo pasa.
Esos rasgos que tengo entre mi mente revolotean y ocasionan accidentes, politraumatismos en mi ser.
Pero no es nada de muerte, son solo rasguños.
¡Cómo extraño tus labios y todas sus funciones!
¡Cómo extraño tu cuerpo y todas sus posiciones!
Me gustas como siempre, pero hoy te conozco.
Y me gustas siempre. No entiendo de dónde salen estas letras cual quejidos de un iluso.
A veces terminas sintiendo, aunque no te den todas las facilidades.
Y sigues metida en el cabildeo de mis ideas, aunque seas intermitente.
BATALLA DE SOLEDADES
Una lluvia artificial cubre tu cuerpo y pasa haciendo ruido como un riachuelo en medio de hojarascas.
Una caja resopla sonidos e imágenes, y yo oigo y veo, ansío, imagino, sueño.
Hay penumbra, sombras, luces a medias y se devela una piel tras el cerrojo. El riachuelo se detiene. Yo sigo viendo, ansiando, soñando.
Tu piel trae otra encima. ¿Seda? Creo que sí. Una rosa dentro de una rosa.
Me quedo ahí, efímeramente. Me deshago de complejos. Suena de nuevo el riachuelo, dura unos minutos. Salgo incandescente, aunque fresco.
Dos tiras sobre tus hombros provocan magia y mantienen el misterio de secreto; encaje color pastel embruja mis manos, y ellas quieren saciarse acariciándote.
Sentir las aristas que crean erotismo en tu norte.
Llueve el rosa sobre tu ecuador y esconde un lienzo del mismo tono que se atreve a poseerte antes que yo.
Mis dedos inquietos encuentran la tibieza y quieren hacer música del interior de tus piernas.
Se enamoran de la riqueza que exhibe un enjambre de mujer, justo en el medio de la geografía asimétrica de tus soledades.
Y ella, solita, llorando, exasperada por que mis dedos sacuden su interior, hacen que tus labios se humedezcan y palpita al compás del remolino que dibujan mis deseos.
El pequeño lienzo se separa por fin de ti y yo introduzco mi vehemencia iracunda, indómita, dura.
El baile es genuino, es de dos, es de uno que se bifurca y crea formas.
Las figuras son distintas, pero el fin es el mismo.
Pasión desencadenada.
Tus rodillas en ángulo perfecto con mis hombros; tu enjambre sobre el mío.
Tú, la imagen de la mujer que amasa el maíz sobre la piedra y repite el movimiento sobre los granos de magia del famoso libro de Asturias...
Yo, tejiendo telarañas con mis manos sobre ti. Dibujando besos en esas aristas de negros frutos.
Cobijando tus formas, saturando el ambiente con bruma, pasión y sudor.
Tú, tan mía como la luna, como la vida, como la locura. Pero tan ajena como el tiempo, como la bruma, como el viento que envuelve.
Yo, únicamente yo.
Sin génesis ni apocalipsis, contigo y sin ti
MAGIA
No sé, pero a veces
uno peca por necesidad.
Y tú me la provocas.
¿A propósito? No creo.
Simplemente porque
estás ahí.
Con ese cabello castaño
claro; con esa sonrisa
casi perfecta, sutil, eterna, infinita.
Esa mirada que gratifica y compensa
estar metido en esta oficina.
¿Ya te lo había dicho...
¡Perdón! escrito antes?
Ya, estoy seguro.
Eres imagen perfecta
de un poemario que
incluye reflexión,
soledad de una historia,
éxtasis. sensualidad,
magia, idilio.
Yo no hago castillos,
apenas te escribo
palabras, te refiero
ideas, te grafico
con retazos de lenguaje
que estoy loco por ti.
Creo que así sería
más directo.
Sueño sentir tus
manos, tu perfume...
Y tú tan lejos, tan
distante.
Me regalas sin remitente
tu sonrisa y describes
tu mirada sin código
postal.
Y yo, aquí sentado,
pensando en ti.