Eddy Roma

A la espera

Tengo hambre. Ni sé ni qué hora es. Se me mojó mi reloj y ya no funcionó.

Tengo hambre. Ni sé ni qué hora es. Se me mojó mi reloj y ya no funcionó. Mi papá ni me dijo nada, aunque si me porto bien seguro me compra uno nuevo para mi cumpleaños. Quiero que no se le meta el agua a la pantalla. Siempre se me olvida quitármelo cuando me lavo las manos o me meto a la piscina. Mi mamá fue la que me dio la gran regañada.

De veras, ¿y mi mamá? Debió llegar requetetarde. Nosotros no nos queríamos ir a acostar. Mi hermana estaba va de preguntar y va de preguntar por qué no venía. Ya ni se tomó su pacha. Después se quedó bien dormida. Mi papá no decía nada. Sólo se asomaba a la ventana o se ponía a ver el teléfono. Un par de veces que sonó casi se cae. Era mi abuela, preguntando cómo siguió mi hermana. Ha estado bien malita. Se la pasa todo el día con asientos. O con la cola floja, así le dicen en la escuela. Casi ni come por eso. Medio toma su leche y se la tienen que llevar corriendo al baño.

Ya me dio hambre, pero me da pena pedirle algo a mi papá. No se está quieto. Se sienta. Se levanta. Se sienta. Se vuelve a levantar. Anda sin zapatos. Tiene cara de sueño. Y no ha parado de fumar. Al fin se quedó sentado, con el cigarrillo prendido. No me gusta el olor. Mi mamá casi que lo saca de la casa. Después se pone a echar desodorante en todos lados para que se vaya la hediondera a cigarro. Así dice. Hediondera. Y hace caras como si fuera a decir chis.

Mi papá parece que se durmió. Si mi mamá lo ve así, lo va a regañar. ¿Será que regresó tarde y por eso sigue dormida y no ha salido del cuarto? Quiero ir a ver, pero el otro día que entré de repente, se me fue la pelota debajo de la cama, rápido se tapó con una toalla. Se estaba mudando. Casi que me gritó, me dijo que primero avisara que iba a entrar.

Quiero ver la tele. Los sábados me levanto temprano para ver las caricaturas. La máquina del tiempo. Conan. Centella. No muy me gusta Centella. Los buenos siempre le ganan a los malos, pero muchos se mueren. Ahora se está peleando con uno que le dicen Garra de Satán. Luego sigue ese programa que no se me queda el nombre, donde sale un pollito que se llama Hermenegildo. Su mamá cómo lo regaña. El que me da risa es el espantapájaros. Se llama Pascual. No le gusta estudiar, se la pasa acostadote todo el día. Igual que yo.

No veo el control por ningún lado. De plano mi papá se quedó sentado encima. Yo a veces lo escondo para que no me quiten las luchas gringas. Las pasan al mismo tiempo que un programa que le gusta mucho a mi mamá. Hacen concursos y al final se llevan un carro. Mi mamá cómo se le queda viendo al carro. A mi papá le dijo que quisiera tener uno así en lugar de esa carcacha que tenemos y ni sirve, a cada rato se descompone. Así dijo. Carcacha. Suena rechistoso. Yo me pongo a llorar para que me dejen ver las luchas. Ni caso me hacen.

Mi papá ha de estar bien cansado. Hasta la cara se le llenó de pelos. Rasurate vos, ni barba te sale, parecés indio, le dice mi mamá. Mi mamá se viste toda elegante. Se echa mucho perfume. Un día, como no llegó la muchacha que teníamos, me llevó con ella donde le arreglan el pelo. Cómo me desesperé. Nunca que la atendían y se me pasó la hora de las otras luchas, las que pasan por canal 5. Ya ni supe cómo quedó la lucha entre el Arriero de San Juan y Flama Roja. El que perdía se tenía que quitar la máscara. Yo le voy al Arriero. Dicen que tiene un doble hueso frontal. A saber cómo será eso. De plano le ganó a Flama Roja porque hace poquito salió en la tele y sigue con su máscara.



El cigarrillo está prendido y mi papá ni se mosquea. Me da miedo quitárselo. No quiero quemarme. Y ya ni siento hambre. Raro, porque a estas horas me dan ganas de comer pan con mantequilla. Mi mamá ni toca la mantequilla. Dice que eso le saca espinillas en la cara. Yo ni sé que son las espinillas. De plano son como las espinas que le salen a las flores, sólo que más chiquitas. No quiero ver a mi mamá con la cara llena de espinillas. Me puede puyar y cómo duele.

En eso oigo que quieren abrir la puerta con la llave y no pueden. De plano mi papá echó el cerrojo. Siempre tiene miedo de que se metan los ladrones. El que está queriendo abrir como que se pone enojado porque está va de sacudir y va de sacudir. De repente empieza la tocadera del timbre. Mi papá casi que brinca y se le cae el cigarrillo. Se pasa la mano sobre el pelo, se restriega la cara y sale a ver. Pasó machucando uno de mis soldaditos. Al fin quitó el cerrojo. Mi mamá casi lo pasó aventando cuando entró.

Sigue oliendo a cigarro. Milagros mi mamá no dice otra vez dejaron la casa apestosa o al cabo que ni es mía con esa cara toda fea que pone. Mi papá tampoco le dice nada, sólo va detrás de ella. Me parece raro el vestido de mi mamá. No tiene mangas. Es corto. Si se descuida, se le salen las chichotas que tiene. Mi papá sólo le dice los patojos te estuvieron esperando hasta tarde, antes de que se meta al cuarto. Ya no decimos nada. Mi papá quita todo el montón de cigarrillos apagados de la mesita. Y ahí se aparece el control de la tele. Estaba tirado debajo. Cómo no se me ocurrió ver antes. De repente ya empezó Centella.

Última modificación Viernes, 08 Julio 2022 14:05
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