Wilber Sánchez Ortiz

Lucha Villa: ventana abierta al cancionero centroamericano

Lucha Villa (Camargo, Chihuahua, 1936) es bien conocida por las aportaciones de su voz a la música mexicana.

En su discografía se incluyen La Caponera, La Diferencia, La Bikina, La huella de mis besos y no falta Camargo, dedicada al pueblo en que naciera la cantante. También es interesante recordar su paso por el cine, en particular su actuación como La Japonesa en El lugar sin límites, aquella memorable película dirigida por Arturo Ripstein.

De lo que bien poco sabemos es de su estancia en la década de los setenta en la república de El Salvador, época que vivió en dicha nación debido a su matrimonio con un hacendado de nombre Rafael Rengifo, gracias a lo cual la cantante conoció la musicalidad de los pueblos centroamericanos, divulgando y haciendo famoso por medio de su interpretación El carbonero de Pancho Lara, canción originaria de aquel país, de escritura romántica, que describe la venta de carbón y que en el Youtube se encuentra interpretada por diversas voces, incluso, en lengua náhuatl: 

Soy carbonero que vengo

de las cumbres, sí señor,

con mi carboncito negro

que vierte lumbre de amor.

De las cumbres de El Rosario,

de otros pueblos y el volcán

bajo siempre solitario

a venderles mi carbón


En Nicaragua, Lucha Villa conoció al compositor Carlos Mejía Godoy, quien le presentó María de los Guardias, canción cuya letra describe elementos de la época de un hombre arrecho (valiente) llamado Sandino. De esa época también deviene Quincho Barrilete, que al igual que muchas de las canciones de los hermanos Mejía Godoy fueron símbolo de identidad nicaragüense y cantos de lucha en la guerra antisomocista librada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Son tus perjúmenes mujer es una de las canciones centroamericanas más populares que guardan vigencia aún en nuestros días, también fue interpretada por la cantante citada y rescatada del dominio público por Carlos Mejía Godoy, en una aparente vuelta de la historia, pues al igual que los Mejía Godoy contribuyeron con sus canciones a crear identidad y conciencia revolucionaria, Son tus perjúmenes mujer creó identidad nacionalista en tiempos de Augusto César Sandino.

De Guatemala, en voz de la misma Villa, nos llegó Luna de Xelajú, canción de corte romántico, cargada de buena poesía de inicios del siglo xx: «Luna gardenia de plata /que en mi serenata /te vuelves canción». Fue escrita por Francisco Pérez, en alusión a la ciudad conocida como Xelajú. Esta es una melodía a la que los chiapanecos hemos tenido acceso en versiones de marimba, con ausencia de letra, la que de manera general desconocemos. Ha sido interpretada por otros cantantes; la interpretación de Los Dandys es maravillosa sin que pretenda demeritar la aportación de la voz de Lucha y su trabajo de divulgación del quehacer musical centroamericano. De abrirnos, pues, una ventana hacia los frescos vientos musicales allende el Tacaná.

En interpretaciones como La Flor de la Canela y Alfonsina y el mar, se aprecia una clara intención de la cantante por internarse en la música sudamericana; me quedo, sin embargo, con deseos de escuchar un disco completo de canciones de Centroamérica en la voz de nuestra referida y en el que ya de paso hubiera podido incluirse Mañana por la mañana (costarricense) o las canciones chiapanecas como Tapachula, Metapa, Perfidia o Frenesí para que el recorrido musical a través del ombligo americano estuviese completo.

No conozco las causas por las que la señora Villa se marchó de El Salvador. Pudo haber sido la ruptura amorosa o los conflictos bélicos que asolaban a la tierra del poeta Roque Dalton. De lo que sí estoy convencido, es que hizo falta tiempo para que los hombres de negocios, en torno a esta cantante, visualizaran ese filón que tal vez sin darse cuenta venían explotando. Nos hubiéramos regocijado de una nueva colección quizá llamada Lucha Villa: clásicas de Centroamérica.

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