Vida a Colores

 Recuérdame solo si crees que me lo merezco. Léeme despacito y fugaz. Soy yo otra vez, el alma libre y sin barreras, pero esta vez te contaré más de mí. Vine a este mundo en un día lluvioso del 20 de febrero de 2001, martes para ser exactos. Descalzo y despeinado vine a hacer felices muchos, soñar en grande, dar abrazos de oso y quererte de aquí hasta las estrellas.

Han pasado varios sucesos importantes en mi vida.

Hoy solo mencionaré los tres más importantes, los cuales me marcaron y me hacen ser quién soy. Libertad, miedo y esperanza. Recuerda, estás leyendo parte de mí, ahora eres parte de mi vida.

La relación con mi mamá no es la idónea. Sin embargo, trato de sobrellevar lo que siento y lo que ella me hace sentir. Muchas veces es amor, otras es tristeza mezclada con miedo. El miedo forma parte de mí desde que tengo uso de razón. Miedo a la oscuridad, miedo a no encajar, miedo a no ser feliz. Un 3 de febrero de 2019, sin pensar, saque del closet mis miedos, tristeza y le mostré al mundo quién soy. Una persona que, al igual que los demás, tiene sueños, metas y aspiraciones: a excepción de mis preferencias sexuales, las cuales no encajan con la “sociedad”.

La misma sociedad fue la que hizo que, durante más de 8 años, tuviera que callar lo que soy. Una sociedad conformada por mi familia, amigos y conocidos. Pero decidí abrí mis alas a la libertad, volar y ser libre. Se sentía muy bien. Una experiencia única e inigualable que quiero sentir por el resto de mi vida.

Mi anterior experiencia venía acompañada con otra, y esa es el primer amor. Sí, a los 18 años. La mayoría de mis amigos y conocidos encontraron a “su primer amor” a los 14 a 16 años. Me refiero al primer amor, al sentimiento de querer estar junto a otra persona, quien, al momento de verlo, te alegra el día y que cuando estas con esa persona, no existen espacio ni reloj.

Sí, me enamoré. Di mi corazón por primera vez. Algo que juré nunca hacer, porque se me hacía ridículo toda la cursilería que conlleva estar enamorado. Otra lección vino a mi vida. No todo es para siempre y ese primer amor llego a su final. ¿Qué hacía yo? ¿Qué hacía con lo que sentía? ¿Dónde dejaba el amor que él me había hecho sentir? Este amor que llegué a sentir, me dio el valor de gritarle al mundo quien soy, pero creó un miedo mucho mayor, que era el de estar solo. Un miedo que he cargado por ya mucho tiempo, que me cansa, me agobia, me hace llorar por las noches y me hacía querer dejar esta vida. Me volvió susceptible, me sentí inservible en el trabajo. En la universidad me sentí temeroso de no ser lo que muchos esperaban de mí.

Pero llegaste tú mi Esperanza, puse en ti todo lo que soy, te entregué mi alma. Creí en ti, pero me decepcionaste. Me enseñaste algo más grande que “el primer amor” me enseñaste lo que valgo, y me quitaste el miedo a estar solo. Tú, segundo amor, que viniste como un sueño despeinado en el ventoso mes de noviembre, tú, me mostraste que soy único en este mundo, que nadie en este mundo puede amar de la manera en la que yo lo hago. Puedes ver un atardecer de la manera en que lo ven mis ojos y sentir lo que yo siento. Aprendí a que los sueños son grandes y que el optimismo mueve corazones. Por primera vez me valoré y por mucho que doliera aprendía a respirar, superar y continuar.
Libertad, miedo y superación se resumen en tres párrafos, pasó todo tan rápido como lo es la vida. Dibujo sonrisas y lágrimas en mi rostro, pero llegué aprender una lección que quedó grabada en mi mente y corazón. Si me preguntas ¿Quién soy? Te diré “No sé”. Cada día hay una nueva oportunidad de ser quién queramos ser, lo importante es brillar en nuestro mayor esplendor y que la luz llegue a todos los rincones.

Sí, este pequeño resumen de mi vida sólo abarca seis meses de mi vida, los mejores a mi parecer y en los que aprendí a ver en colores.