¿Por qué tener sexo casual es más difícil en la vida real?

La peor mentira que me dijo Sex and The City no fue que con el sueldo de periodista uno se podía comprar cientos de pares de Manolos. No, la peor mentira que me dijo Sex and The City fue que tener sexo casual era fácil para una mujer. Desconozco el contexto neoyorquino, pero en Guatemala, más bien Latinoamérica, coger con alguien a quien acabas de conocer o conociste en Tinder dista mucho de ser un encuentro “casual”.

Las películas y series de televisión nos presentan el sexo casual desde un punto de vista muy romántico: chica conoce a chico, se gustan, se van a la cama y luego alguno de los dos tiene que emprender el walk of shame de camino a su casa.

En la vida real, coger “casualmente” es un proceso un poquito más complicado: chica conoce chico y se gustan, pero antes de irse a la cama, chica le avisa a una amiga con quien está, le manda un mensaje de ubicación y le dice que si en ciertas horas no se comunica con ella, que la busque. Sí, preocuparse por volver viva y con bien le quita mucha de la espontaneidad a una cita sexual.

Para nadie es un secreto que en Latinoamérica vivimos tiempos complicados. Hay días en que el solo hecho pasar por una calle oscura nos pone nerviosas, ¿cuánto más no lo hará ponernos en una situación vulnerable con alguien a quien acabamos de conocer? Desearía que no fuera así, desearía que, como pasa con los hombres, disfrutar de mi sexualidad no significara ponerme en peligro.

Claro, así como me preocupa lo mucho que el tercer mundo nos limita, también creo que no debemos encerrarnos con tres candados. El sexo casual es posible, pero siempre hay cosas que ayudan a protegernos, como compartirle tu ubicación en tiempo real a alguien de confianza, no pasarse con el alcohol y siempre llevar condón.

Si te vas a reunir con alguien a quien conociste por internet, ya sea para tener sexo o no, siempre hazlo en un lugar público. Además, antes de hacerlo, conviértete en la mejor stalker, investígalo lo mejor posible en sus redes sociales y comparte la información con alguna de tus amistades.

Creo que en este texto quedará más evidenciado que nunca mi estatus de tía consejera, pero créanme que a los 30 uno ya sabe unas cuantas cosas más que en sus 20. Además desde este espacio quiero agradecer a esas amistades con quienes puedo compartir estas y otras cosas sin sentirme juzgada o como una puta.

Gracias a quienes, basados en mi ubicación, saben que no siempre elijo bien (emoji de monito tapándose los ojos ja, ja) y a quienes se preocupan porque llegue con bien a mi casa después de una noche de fiesta. Los quiero, nunca cambien.

 

 

 

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