MEMORIA...
Intervención IA de la pieza "Madre e hijo" de Gustav Klimt (1905)

MEMORIA...

...

SOLEDAD...

Una cola de cigarrillo, una fogata, por descuido, o un fosforaso a propósito encendieron el bosque de aquí, de allá, de acullá...

Las llamaradas iluminaban el cielo y los contornos de la madre selva que sentía cómo un ardor eterno se la comía sin que hubiera mano para frenar ese martirio.

El grito silencioso de ayuda eran esas columnas de humo que maravillaban pero que dolían por lo que significaba ese fuego terrible.

Hojas, árboles, seres vivientes que solo esperaban su muerte con hidalguía. Pero también están aquellos que viven en la soledad de esas zonas.

Pequeños y medianos animales que no sabían hacia adónde correr y quedaron consumidos por ese rojo incandescente, letal.

Y aun cuando cientos lucharon con todo para frenar ese terror, el fuego reía y se relamía. Acabó con mucho de un reino que requirió mucho tiempo para ser lo que era.

No fue solo en el volcán de Agua, ese gigante que duerme, donde el rojo intenso hizo daño. Miles de hectáreas se hicieron ceniza y aunque renacerá todo, cuesta creer que la madre tierra se quedó sola.

Que somos los humanos, seres dispares. Así como los hay abnegados por ella, los hay oscuros y perversos que la dañan sin pena alguna.

La madre tierra está sola.

***000***

MEMORIA...

Se acerca otro aniversario de vida, pero casi enseguida, otro de dolor y ausencia.

Escribo como si fuera posible que lo fueras a leer. Hoy me tomo esa libertad de hablarte de tu, lo cierto es que siempre será un "usted" con respeto.

El tiempo ha hecho su trabajo, ha ido cicatrizando el dolor, la herida, la soledad, el vacío que quedó.

Guardo aquellas fotos de ese último cumpleaños. Hace 22 años ya, pero también, y en seguida, la imagen sin aliento ni nada más que órganos devorados por el trajín y todas aquellas adversidades que sufrió desde que vio la luz.

Hace 22 años ya que las nubes grises de las primeras horas de la madrugada se abrieron y fueron el aviso de que su alma había partido.

Hace 22 años ya que su mirada se apagó, que su voz se quedó como un recuerdo y nada más.

Hace ya dos décadas que no resistió más, que sintió mi mano y que escuchó cuando le dije que no se preocupara más, que yo estaba bien.

Hace 22 años ya que mi padre tambaleó por vez primera por la terrible noticia. Su Yola no estaría más con él.

Ay, vida. Eres extremos. Nos das y nos quitas. Así eres. No hubo más cumpleaños, y yo el tiempo no lo puedo regresar para al menos disfrutar ese último, sí, ese del cual tengo sus últimas fotos en vida.

Este día 4 me traerá a la memoria todo cuanto fuiste, y el 11, todo lo que te llevaste con tu partida. Madre, sé que no leerás estás líneas, pero aún así, son para ti.

Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 11:40
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