Jimmy Page, el brujo mayor

1) Si Jimmy Page se encuentra con un palo de escoba y unas tiras de hule, capaz que arma un instrumento de cuerda y lo hace sonar. Entre los músicos ingleses de su época sobresalió por su versatilidad: la cantante estadunidense Jackie DeShannon le expresó admiración por la rapidez con la que se adaptaba a sus requerimientos, por inusuales que fueran los acordes. No aprendió a descifrar las notas trazadas a mano sobre el pentagrama; desarrolló sus oídos para idear punteos, arpegios y solos destinados a una balada romántica o a un rock and roll bien prendido, a la vez que se iniciaba en el oficio de manipular botones en la consola, e idear efectos de sonido, para darles realce a las canciones maquetadas en el estudio.

Era tan bien pagado que no se animó a aceptar la oferta para unirse al grupo The Yardbirds, tras la salida de Eric Clapton en febrero de 1965, y mejor recomendó a su amigo Jeff Beck, a quien conocía desde la adolescencia. Tampoco estaba muy seguro de las condiciones para salir de gira: renunció a su primer trabajo estable al lado del grupo The Crusaders, dirigido por el cantante Neil Christian, tras contraer una fiebre glandular por pasarse las horas en la parte trasera de la vagoneta que los transportaba de una ciudad a otra, expuesto al frío y al sereno de la madrugada. Apenas tenía 17 años; dejó la escuela a los 15 para dedicarse a la música; más tarde se pasaría 18 meses en una escuela de arte.

Se fijó que no basta con el entusiasmo: varios amigos se juntan a escuchar discos, comprueban que les gustan los mismos artistas, deciden armar su grupo y aprenden a tocar instrumentos por su cuenta. En ocasiones llegan a pulir sus habilidades; en otras, sus limitaciones a la hora de ajustarse al metrónomo y las instrucciones dictadas por altavoz causan la inmediata pérdida de puntos ante el productor a cargo de la grabación. En sus pláticas con el periodista David Schulps, sostenidas del 16 al 19 de junio de 1977, Page recordó su trabajo con el grupo Them, encabezado por el cantante irlandés Van Morrison: «Fue una sesión un tanto embarazosa. Antes que empecemos, debo decir que me llamaban a las sesiones a manera de seguro. Usualmente éramos un baterista y yo, aunque nunca les mencionaban al baterista, sólo a mí. En la sesión de Them fue algo incómodo porque vos te dabas cuenta que a cada número que pasaba, otro integrante de la banda era reemplazado por un sesionista. ¡Hablando de clavos! Dios, eso fue atroz. Había veces que estabas sentado —no querías estar, sólo te habían agendado— y queriendo no andar por ahí».

Si iba a fundar su banda, tendría que incluir a músicos que se defendieran muy bien en sus puestos y supieran improvisar a partir de la primera variante que surgiera a medio concierto. La historia la conocemos, pero no está de más repasarla. Primero pensó en trabajar con John Entwistle y Keith Moon, quienes estuvieron a dos pasos de abandonar las filas de The Who para eterno coraje de Pete Townshend; más tarde se fijó en su colega el bajista John Paul Jones, capaz de desempeñarse como tecladista y de escribir arreglos para viola, violín y violonchelo; tuvo en mente al vocalista Terry Reid: resultó que no estaba de humor para ponerse a las órdenes de nadie y a cambio le sugirió que le echara un vistazo a un joven cantante de Birmingham llamado Robert Plant, quien a su vez recomendó a su amigo John Bonham para hacerse cargo de la batería. 

Son contados los grupos donde cada integrante es único e insustituible; por eso Led Zeppelin se disolvió a las pocas semanas de la muerte de Bonham y salvo su reencuentro del 10 de diciembre de 2007, cuando Jason Bonham hizo bien sus deberes para ocupar el puesto de su padre a los tambores, fallaron, pero fallaron, en sus reuniones de 1985 (presentación en el estadio John F. Kennedy de Filadelfia, para el Live Aid, con una ayudadita de Phil Collins y Tony Thompson), 1988 (concierto por el 40 aniversario del sello Atlantic) y 1995 (ingreso al Salón de la Fama del Rock and Roll, con una manita de Steven Tyler, Joe Perry y Neil Young). 

2) La obra de Jimmy Page posterior a su estancia en Led Zeppelin es escasa: dos long plays con el grupo The Firm (The Firm, 1985; Mean Business, 1986), su único álbum solista (Outrider, 1988), su colaboración con el cantante David Coverdale (Coverdale Page, 1993), su reencuentro con Robert Plant (No Quarter, 1994; Walking Into Clarksdale, 1998), el disco doble en concierto con The Black Crowes (Live at The Greek, 2000) y pare de contar. A veces se acuerda y ofrece que el próximo tendrá nuevas canciones; mientras tanto, dedicó su buena cantidad de horas a renovar el brío y el esplendor de los nueve discos que grabó con Led Zeppelin. 

Medio en broma, medio en serio, me digo: ¿será que se quedó sin más trabajos ajenos para apropiárselos? Me cuento entre los seguidores de Led Zeppelin que se sintieron defraudados al saber que varios de sus cortes («Whole Lotta Love», «The Lemon Song», «Bring It On Home», «When The Levee Breaks») se inspiraron en piezas del acervo blusero firmadas por Willie Dixon, Chester Burnett y Memphis Minnie, reconociéndoles sus créditos muchos años después ante los tribunales. El descaro supremo se lo lleva el afane de «Dazed and Confused», compuesta por el cantante estadunidense Jake Holmes para su disco «The Above Ground Sound» of Jake Holmes. Compartió velada con The Yardbirds y The Youngbloods en el Village Theatre de Nueva York el 25 de agosto de 1967; «fue ese infame momento de mi vida en que “Dazed and Confused” cayó en las amorosas manos y brazos de Jimmy Page», recordó Holmes con ironía al ser entrevistado por Will Shade. Se enteró del robo dos años después, cuando escuchó el primer disco de Led Zeppelin: ahí estaba su canción, con el mismo título e idéntica melodía, sólo le cambiaron la letra; «estúpidamente», según dijo, no accionó de inmediato; esperó hasta 1980 para contactarse con la banda y escribirles: «comprendo que es una labor colaborativa, pero pienso que al menos deberían darme algún crédito y alguna remuneración». No obtuvo respuesta. En 2010, tras llevarlo a juicio, el asunto se resolvió fuera de tribunales y la obra se presenta como «escrita por Jimmy Page, inspirada por Jack Holmes». De algo a nada…

 

Después reviso mi ejemplar de El espejo de Lida Sal, conjunto de relatos escritos por Miguel Ángel Asturias publicado en el mismo año de gracia 1967, y en la «Leyenda de las tablillas que cantan» me encuentro con este párrafo que puede acompañar la defensa de Jimmy Page y los demás músicos que cogen un retazo por ahí y otro por acá para completar sus trabajos: «Crear es robar, robar aquí, robar allá, robar en todas partes en grande y en pequeño, cuanto se necesita para la obra de arte. No hay, no existe, obra propia ni o-ri-gi-nal […], todas las obras de arte son ajenas, pertenecen al que nos la da prestadas desde el interior de nosotros mismos; por mucho que digamos que son nuestras, pertenecen a los ocultos ecos, y las lucimos como propias, prestadas o robadas, mientras pasa el siglo». Lo mismo hicieron los Rolling Stones al apropiarse de una vieja tonada góspel para adaptarla como «The Last Time»; John Lennon pensó que no lo iban a cachar, pero al poco rato lo citaron a tribunales por utilizar la pieza de Chuck Berry titulada «You Can’t Catch Me» para reelaborarla a la manera de «Come Together».   

3) Los «ocultos ecos» también resuenan al hablarse quedito, con temor y cautela aunque no falte el morbo, de la afición de Jimmy Page por el esoterismo que lo acompañó durante su juventud. Recordemos que en el Reino Unido, con énfasis en los Midlands, parte de Escocia y el país de Gales, perviven varias de las creencias anteriores al desembarco de los romanos encabezados por Julio César y la introducción del cristianismo en las Islas Británicas. Ahí se escribieron los cuentos de Arthur Machen y Algernon Blackwood; los espíritus de los bosques se manifiestan ante los que tienen la sensibilidad para captarlos; un parpadeo revela al gran dios Pan paseándose entre las columnas de Stonehenge. 

Page se sintió atraído por los escritos de Aleister Crowley, el místico y ocultista conocido como «La Gran Bestia»; tomó como divisa el mandato «do what thou wilt», «hacé lo que querás»; mandó a fijarlo en el máster del álbum Led Zeppelin III, según el relato del escritor Peter Berbegal, para que el lema se imprimiera en cada copia y llegara a las manos de cada comprador. Page hizo todo lo que quiso mientras duró el auge de Led Zeppelin: arrasó con decenas de habitaciones de hotel; entabló una relación muy cercana con la groupie Lori Mattix (o Maddox) cuando ella tenía 14 años y él 28; la dejó para acercarse a la modelo Bebe Buell; cedió su cuerpo a la inhalación de cocaína y las inyecciones de heroína; abrió una librería de segunda mano, nombrada Equinox, dedicada a la venta de textos secretos y cabalísticos. 

A veces se cansa de que le hagan las mismas preguntas acerca de su interés por la magia; si está receptivo, como ocurrió con los reporteros Miguel Mora y Daniel Riera para la edición argentina de la revista Rolling Stone, contesta: «Bueno, siempre estuve interesado en el misticismo y ahora es algo bastante corriente, pero en aquellos días era muy inusual. Y fui malentendido, porque yo accedí a escritores como Aleister Crowley, entre otros, y ese tipo de cosas se fueron distorsionando... De hecho, sigo interesado en esos temas. Es una manera de explorar otras vibraciones, como lo hice siempre con la música». 

4) El súbdito británico inscrito como James Patrick Page (el «Patrick» remite a su ascendencia irlandesa por parte de madre), a los pocos días de nacer el 9 de enero de 1944 en el suburbio de Heston, reside desde 1972 en la mansión conocida como la Tower House, construida de 1875 a 1881 por el arquitecto William Burges en el número 29 de la calle Melbury Road, barrio de Holland Park, distrito de Kensington. Se dio ese gusto: ganó fama de tacaño por evitarse gastos innecesarios. Nunca faltan los seguidores llegados desde otros países de Europa y América que se instalan en las afueras a la espera de verlo pasar para saludarlo, tomarle fotos y pedirle un autógrafo. 

La prensa de espectáculos, siempre atenta a los pleitos, siguió de cerca la disputa de Page con su vecino el cantante Robbie Williams cuando trató de hacer remodelaciones en su propiedad, Woodland House, situada justo a la derecha. Williams planeaba construir una piscina y un gimnasio en el subterráneo; Page consideró que las vibraciones de los trabajos causarían daños en la Tower House, catalogada como edificio histórico de primer orden. El pleito se prolongó durante cinco años hasta que Williams suspendió las obras en marzo de 2023. 

 



En 2014 empezó su relación con la poeta Scarlett Sabet, a quien le produjo el álbum
Catalyst (2019). Desde el comienzo, según declaró a la revista Interview, decidió que no trabajaría con poesía musicalizada: buscó crear un carácter individual para cada poema, un paisaje sonoro para complementarlos. «Jimmy estuvo ahí cuando los escribí, fue la primera persona que los escuchó y me ha visto interpretarlos varias veces», añadió su compañera. El nombre Scarlett acompaña a Page desde hace varias décadas: su hija mayor se llama Scarlet (sin una «t») y así se titula una de sus canciones con los Rolling Stones, grabada en 1973 y divulgada hasta 2020. 

Algún día conoceremos su versión de todas las historias que cuentan acerca de él: dijo que su autobiografía se publicará después de su muerte. Quiere escribir todo lo que pasó tal como lo recuerda, sin atenuantes. Y al saludar a Keith Richards por su 80 cumpleaños, Page comentó a la revista Uncut: «Nos dio décadas de música maravillosa y creativa con una actitud y carácter que sólo pueden ser suyas. Ojalá que viva por otros 80 años más». Ya veremos si Richards le devuelve el cumplido ahora que Page ya lo alcanzó en edad justo un día antes de que se cumpla el primer aniversario luctuoso de Jeff Beck. 



 

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