Ana Luisa Arévalo

Guatemala es una Roca de basalto

 Parece que todo está en calma, una calma rara, de expectación, esa calma que ofrecen los niños cuando están haciendo algo peligroso, como jugar a las escondidas en un balcón en el octavo piso de un edificio.

¿Sirvió de nada -como siempre- todo lo que hicimos y que pasamos los últimos meses? meses de organizarnos para evitar el fraude electoral en las urnas, en el conteo de votos, en el traslado de los resultados, logramos evitar que políticos oportunistas que no saben perder desprestigiaran los resultados, evitamos que Curruchiche, Consuelo y demás lograran alterar, anular o impedir el reconocimiento de la victoria de Semilla, nos pusimos de acuerdo (eso ya un milagro mismo) para gritarle en la cara a esos cuatro de que no, que con nuestras decisiones no.

En incluso, me atrevería a decir con ánimo ilusionado que sirvió para dejar un grano de maíz morado que podría ser la primera mata de identidad guatemalteca, no un patriotismo de tortrix y cerveza, si no una identidad de verdad, propia, nuestra.

Sirve porque aquí seguimos.

Sí.

Sé estoy dándome el lujo de romantizar las cosas y circunstancias, pero tengo derecho y ganas, merecemos un poco de romance. Es de una nación que quiere enamorarse de sí misma el proteger sus decisiones colectivas. Ese rotundo y absoluto NO a todo lo ilegal de los corruptos. Ese pensar en nosotros y soñar con lo bonito que podría llegar a ser Guatemala Guatemalita, con un gobierno bueno que trabaje por y para nosotros.

Lo que creo que pasa, es que tenemos en colectivo una autoestima baja como nación, siempre necesitando ayuda, siempre viendo como otros deciden por nosotros, acostumbrados a que pedir disculpas por ser de aquí.

Así que, como defensa, aprendimos a nadar en un mar de apatía y pesimismo (¿quién puede culpar a quién?) Pero esta vez será necesario que todos no demos un baño de amor propio duro y concreto, puesto que sí hemos hecho, y mucho.

Logramos a punta de redes sociales, con información comprobable en la mano, poner en tela de juicio a los candidatos. Y así los fuimos descartando por corruptos, secuestradores, inconstitucionales, ineptos… y la lista sigue. Algunos de ellos, con varias de esas glorias juntas.

Se leyeron tesis, libros, artículos, periódicos. Se vieron documentales, entrevistas, estadísticas y en caso necesario se fue hasta el lugar a ver si era cierto. Se hicieron marchas, pancartas, firmas fueron tomadas y por miles, cientos de miles. Agarraron camino buses llenos de gente que sí sabía a lo que iba, sin presión ni acarreo.

Se organizaron personas y comunidades enteras, se hizo fiesta, casi se cierra el país entero.

Despacio fuimos deteniendo un golpe de estado.

La verdad, merecemos un abrazo, unas vacaciones y un bono.

Logramos que respetaran a los candidatos de la segunda vuelta. Que se respete lo mínimo, lo básico, lo esencial de un país, su jodida democracia (lo poquito que tenemos de ella) porque estará a medias, mal hecha, golpeada y jodida la democracia de Guatemala, pero es nuestra.

Una de las cosas buenas que salieron de todo esto es que algunos, espero que muchos, hemos podido ver el poder de nuestros actos, ver que los actos individuales organizados y sumados son capaces de mover montañas.

Acciones pequeñas e individuales, una persona presentándose como voluntaria en las elecciones para cuidar una caja de votos, una canción que se vuelve viral, un stiker, un meme, un cartel, una pancarta, una caminata, un video, un live para generar discusión, un voto, un… un… un.

Yo suelo pensar que somos como lava, como roca ígnea, como basalto, vamos despacio, sin ruido, pero quemando, estoicos, o inamovibles.

(2 Votos)

Deja un comentario

Asegúrate de ingresar todos los campos marcados con un asterisco (*). No se permite el ingreso de HTML.

  1. Lo más comentado
  2. Tendencias

Podcasthólico Anónimo

0

Por Andre Gribble

Yo estuve ahí

0

Por San Pedro de Compostela

Insolencia...

0

Por Rubén Flores

ELECTRIC HEAD

...

Por Dr. Gonzo / IA

NIN: Clavos de nueve pulgadas

Aquellos jóvenes inconformes e insatisfechos.

Por Álvaro Sánchez

Ese miércoles infernal presencié un mila…

Historias insólitas de ciudad.

Por Gabriel Arana Fuentes

22 AÑOS...

...

Por Rubén Flores

next
prev