AL FONDO DE TU VIDA
El sueño (en francés: La Rêve) Henri Rousseau, 1910

AL FONDO DE TU VIDA

Las luces se apagan, el vidrio se empaña y tu mirada se pierde en el horizonte que marca el mutismo de la noche cargada de agua.

A VECES
No dejes que tu imaginación te invente imágenes surrealistas.

No le tengas miedo a los fantasmas que parecen ser y no lo son.

Recrea todo lo que este fragmento de vida nos ha dado y trata de superar la soledad que puede venir acompañada conmigo.

Sucede que es casi un vicio el mío, guardar silencio, distanciarme, quizá, perderte de vista, de cuando en vez. Lo cual no significa que no estés, que no te piense, que no te extrañe, que no te sienta.

Quizá, es que vemos con ojos distintos las cosas; yo he tenido mis lecciones, y a pesar de todo, a veces no termino de entenderlas. Me ocupo de cosas mundanas, como toda mi esencia, y reconozco que en muchas ocasiones me dejo llevar por la corriente. Me arrastra la intransigencia, el marasmo de insensibilidad, pero no lo confundas, son solo momentos.

Deja las ideas locas para mí, que soy un aprendiz apenas de las letras; concédeme la fantasía, hazme vibrar. No me hagas más pesada la maleta, esa de la que tanto hablo; esa de la que muchas veces no quiero saber.

Quiero caminar despacio, y no lo consigo. Beberme tu esencia a sorbos, sin prisas ni penas, ni quejas ni llantos. Vivir esta vida que es tan corta, que si no te das cuenta te termina matando, reduciéndote como si fueras una ilusión, un espacio, un nombre nada más.

Deja tus labios encendidos para mí; tu piel ardiente para que me consuma en el frío.

Se me acaba la noche y empieza el mañana; los ojos me pesan, la mente se pone en blanco y tu imagen está presente, como casi siempre, aunque a veces ni tu misma me reconozcas.

Y es que, de cuando en vez me ausento, pero nada más.

 

AL DESCUBIERTO
Miles de imágenes tuyas se encargan de romper el silencio; los sonidos incesantes de tu esencia sufriendo mi ataque certero, y yo, soñando con llegar a la luna retozando en el caudal subterráneo que devora mi ser, coincidimos en el mismo destino.

Estoy, justo ahora, tan lejos de tu mirada, que me duele la distancia. El mundo gira, te extraño, te pienso y añoro darte un beso. Nada más que un beso.

Mis sentidos se llenan recordándote, mientras Luis Eduardo Aute arrulla mis ideas de color gris, un tanto incoherentes, distantes, extrañas, casi ajenas, divididas, insociables.

La paz que hay en mi entorno se burla de los demonios dolidos que se aglomeran en la punta de mis dedos y escriben este montón de palabras que quieren ser eternas como mi devoción, esta locura, la pasión que siento, el miedo que me ahoga, la furia que no muestro.

Pasan los minutos como esa lluvia que golpea, fría, constante, burlona, hechicera, misteriosa y las musas se han ido por otro lado, cual mariposas revoloteando sin más
sentido que el vaivén de su naturaleza indómita. Me dejaron solo, perdido, atolondrado, al descubierto, deseando morirme porque no estás, vivir porque te tengo, soñar porque somos lo que somos. Tal para cual, por siempre, por un tiempo, por cuotas, qué se yo, simplemente porque estamos.

Me creo la extensión de tu ser, de tus deseos, de tus sueños, es arrogancia al mil por mil, y redescubro que soy apenas lo que me dejas y me siento igual, atado a tu talle, al placer horizontal de esas imágenes tuyas que se encargan de romper el silencio y a los incesantes sonidos de los dos en pleno festín. Y Aute le canta al amor, al fuego de dos, incluso de tres, al delirio del destierro de una piel conocida; y el cigarrillo, ese que encendí hace como mil horas, está por apagarse y dejarme ese sabor a cobre que se multiplica porque, justo ahora, no te tengo aquí.

AL FONDO DE TU VIDA
Las luces se apagan, el vidrio se empaña y tu mirada se pierde en el horizonte que marca el mutismo de la noche cargada de agua.

El invierno se hace largo, pero intermitente. Es un poco como tú, como el sigue y el detente de Arjona. Quiero arrebatarte la ropa y las manos planean convertirse en dos mantos que cubren tu piel, pinceles para dibujar sin fronteras mensajes que solo son para dos.

Me lanzo al fondo de tu vida, sin que haya pretendido nunca hacerla mía. Me la das, la entregaste sin condiciones. Y yo, feliz. Yo te entrego lo que soy, porque la vida es demasiado corta, se te va con un suspiro, como ese trozo de hielo sobre tu carne que, cuando pretende llegar más lejos, se transforma en un pequeño recuerdo que se evapora y nada más.

Sueñas con más que un sueño, pero, acaso esto no es un sueño. Quiero acariciarte, romper el molde, dominar tu fuego con el infierno en el que me transformo. Enumerar cada una de tus virtudes sin palabras necias, en silencio, para que termines de entender que una caricia es letal, como cuando sonríes y me miras de frente.

Me arrodillo ante ti. Creo una plegaria entre tus piernas. No digo nada. No hay nada que decir. Las palabras ahora no existen. Tu piel se eriza, tu carne hierve.

Y tengo más fe.

La plegaria se extiende y empieza a llover. Llueve fuerte. Es agua tibia que me envuelve. Tus piernas, dos columnas con sabor a vainilla, tambalean. Tus brazos se abren. No saben qué hacer. Tomas mi cabeza con vehemencia y haces que mi boca siga sin decir nada.

Yo sigo en ti. Saciando mi incredulidad. Rezándote. Te muerdes los labios y yo muerdo los tuyos. Abro los ojos, te veo partir. No te despides. Me quedo sin ti. Es un réplica de lo que hay entre nosotros. Una imagen que se estampa en mi memoria y se vuelve pasión.

 

Última modificación Domingo, 17 Marzo 2024 11:24
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