
- De amor y otras drogas
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El “para eso trabajo” mejor invertido
El día que me topé con un black sale de juguetes sexuales.
Hola, soy Priscilla, y, entre otras cosas, soy adicta a las compras. Sí, acá es donde ustedes me imaginan caminando por un centro comercial con una decena de bolsas en las manos. Pero no, la realidad no es tan glamurosa.
Cuando a uno le gusta comprar, compra desde un labial de Q16 en un Dollar City hasta otra suscripción de streaming de $8.99, por el simple hecho de creer que lo necesita.
Aunque trato de alejarme de las “ofertas” de estas épocas, el Diablo (o sea, el algoritmo de Mark Zuckerberg) es puerco. Una fría tarde de noviembre, navegando por Instagram, me encontré con el “Black Sale” de una sex shop.
Ya tenía un tiempo de seguirlos, pero nunca había comprado nada. El último juguetito que tuve (Dior lo tenga en la gloria) me lo regalaron, así que dije “tal vez sea tiempo de uno nuevo”. Para ser honesta, hubiera comprado medio catálogo, y digo medio porque la otra mitad era para placer masculino.
Me decidí por un masajeador del tipo “varita”. No se los voy a describir, pueden googlearlo. El proceso de compra fue fácil, seguro y al día siguiente, que era sábado, lo entregaron en mi casa en una bolsita súper discreta. Yo he ido a sex shops en persona, pero pienso que sí sos medio tímida o es tu primera vez comprando, esta es una buena opción.
Obviamente lo probé ese mismo día y pues 9/10. Es decir, podría darle la calificación perfecta si tan solo algunas de sus velocidades fueran un poquitito más silenciosas. Pero digo, ningún amante es perfecto. Igual yo nunca podría quejarme de algo y/o alguien que me de orgasmos.
Siempre he creído que los juguetes son una gran herramienta, estés sola o acompañada. Les prometo que si ven ese catálogo con su pareja, todos van a encontrar algo que les guste.
Me parece muy chistoso que uno de los mitos más enraizados acerca de los juguetes es que luego de que los pruebas ya no vas a querer tener sexo con otro “ser humano”. Creo que no hay que exagerar, los juguetes son herramienta de autoconocimiento, pero tampoco te dan besitos en el cuello o van por toallitas húmedas after sex. Bueno, al menos no han inventado uno que lo haga.
En todo caso, creo que cuando estás soltera, lejos de tu novio o te da covid pero sigues caliente, los juguetes te ayudan a satisfacer una necesidad. El único problema que le veo es que yo soy bien perezosa y a veces si prefiero quedarme con Jamie (el nombre de bautismo de mi juguete) a hacer “small talk” con un hombre.
Volviendo a eso de que soy compradora compulsiva, me sucede seguido que al poco tiempo me arrepiento o me siento culpable de haber comprado algo que no necesitaba. Esta vez no sucedió, por eso creo que este es uno de los mejores “para eso trabajo” de mi historia, “Felicidad por Q239” jajaja (creo que tenía como el 50% de descuento).