Eddy Roma

PARA RECORDAR Y CELEBRAR A FRANZ GALICH

Lo cierto es que venimos a celebrar la vida y el legado de un escritor que sigue presente.

 

A la memoria de Carlos René García Escobar;
quiso mucho a Franz y votó a favor de él para que
recibiera el premio nacional de literatura en 2006


Sin querer, el escritor Franz Galich Mazariegos se unió a la tradición que inauguró el padre Rafael Landívar y Caballero en el siglo XVIII: la del escritor guatemalteco exiliado por motivos políticos. Si no fuera por el profesor Alberto Orantes, quien ayudó a asilarlo en la embajada de Costa Rica, hoy recordaríamos a Franz como el autor de un prometedor libro de relatos (Ficcionario inédito) y un cuento difundido en antologías («El ratero»), aparte de figurar en las listas de intelectuales desaparecidos durante el conflicto armado interno. Nada más.

Aunque el destierro lo privó de la cercanía de su familia, de sus amigos y del paisaje natal, su residencia en Nicaragua le dio el espacio que necesitaba para involucrarse en las causas que defendió, ejercer la docencia universitaria y lo más importante: imaginar y sentarse a escribir sus cuentos, sus novelas y sus piezas de teatro. Asumió su condición de ciudadano centroamericano; se reconoció como un autor escindido entre dos patrias. Llegó a manejar tres lenguajes distintos: el habla coloquial guatemalteca, el habla de la calle nicaragüense y el habla de su crianza amatitlaneca. En Guatemala fue un canche y en Nicaragua era un chele.

Siendo portador de un apellido poco común en el país, y emparentado con el dramaturgo Manuel Galich, era natural que Franz tuviera curiosidad por establecer de dónde venía. Mi mala memoria me hizo atribuirle que procede de la actual república de Eslovaquia; su hijo Franz Manuel me corrigió el dato al comentarme que su padre siguió el rastro de sus antecesores hasta Croacia. Y esto respalda la posibilidad de que el primer Galić que llegó al país era un súbdito del imperio colocado bajo la firma conjunta de Austria-Hungría, cuyo dominio en suelo croata se extendió hasta 1918.

(Esto podría tender lazos con las naciones establecidas en la península de los Balcanes, cuya historia, geografía y diversidad humana guardan más de una semejanza con Guatemala. Hablamos de países pequeños que estuvieron sometidos al control de una potencia extranjera por más de tres siglos; unidos por breve tiempo en repúblicas federales; separados por guerras convertidas en campañas de exterminio; poblados de altas montañas y ríos caudalosos; espacios donde se concentran hasta 18 lenguas distintas en menos de 21 mil kilómetros cuadrados, sacudidos de tiempo en tiempo por los terremotos.)

Pero Franz Manuel continuó la búsqueda y llegó más allá, hasta la ciudad de Galich, en el óblast de Kóstroma, al occidente de Rusia. Se encuentra a orillas del lago Gálichskoye y entonces nos preguntamos: ¿será que los Galich deben morar siempre cerca de lagos (el lago de Amatitlán, el lago de Managua), ríos (el Michatoya) o del mar (la bahía de La Habana)? Y Franz Manuel propone que se piense en los cuerpos de agua como la vía de escape por barco dado el activismo político, las persecuciones y las migraciones que acompañan a los Galich americanos.


Ahora regresemos a nuestro autor para retratarlo a través de ciertas características:

  • En su memoria siempre conservó el recuerdo de Rolando Medina y Rita Navarro, quienes fueron sus compañeros de aprendizaje literario, militaron en la misma causa y murieron muy jóvenes.
  • Estuvo pendiente de cuanto libro de cuentos, libro de poemas y novelas se publicara en Guatemala; siempre quiso saber si había nuevos escritores en Amatitlán. Preguntaba por ellos, apartaba tiempo para recibirlos, leer sus trabajos e impartirles talleres.
  • Siempre escribió a mano. De esa manera atrapaba las escenas y los diálogos que se le venían a la mente, como si fuera un dictado. Nunca pudo obtener el mismo resultado si se sentaba ante la máquina de escribir o la computadora. Su novela póstuma Tikal Futura (memorias para un futuro incierto) abre y cierra con la reproducción de sus páginas manuscritas.
  • En una de las gavetas de su escritorio guardaba los recortes de periódicos donde advertía la posibilidad de una buena historia. Es probable que de esa gaveta surgieron varios de los cuentos incluidos en Perrozompopo y otros cuentos latinoamericanos, su segundo libro póstumo.
  • Como escritor, no desdeñaba lo popular. Sus estudiantes quedaban de una pieza al enterarse de sus exploraciones de la noche poblada de ladrones, prostitutas, excontras y exsoldados sandinistas metidos a delincuentes para escribir su novela Managua, salsa city. Por eso la subtituló «Devórame otra vez», como la canción del puertorriqueño Lalo Rodríguez que horrorizó a los defensores de la salsa brava; por eso se acompañó de una pieza de Maná —tan detestado por muchos rockeros— para Y te diré quién eres (Mariposa traicionera); por eso pensó en algún éxito del reguetón para subtitular algunas de sus novelas que se quedaron en proyecto.

Se dice que los guatemaltecos tienen fama de cuenteros y los nicaragüenses escriben poesía desde muy temprana edad, alentados por el ejemplo de Rubén Darío. Franz se convirtió en eslabón suelto dentro de la literatura guatemalteca, debido al exilio, y se incorporó a la lista de narradores nicaragüenses que libran pulso con sus compañeros poetas, la cual empieza con Manolo Cuadra, prosigue con José Román, Juan Aburto, Fernando Silva, Lizandro Chávez Alfaro, Sergio Ramírez, Gioconda Belli y Erick Blandón, llegando hasta nuestros días con Arquímedes González, Ulises Juárez Polanco y José Adiak Montoya. Corro el riesgo de afirmar que no se puede escribir novela en Nicaragua sin tener a la mano los episodios de Managua, salsa city y tampoco se puede incursionar en el cuento sin darse la vuelta por las páginas de Perrozompopo.

¿Y cuál es la recepción de su obra en Guatemala? Desde la colonia Primero de Julio, zona cinco de Mixco, el narrador Byron Quiñónez nos comparte: «Franz Galich tenía un estilo muy dinámico y fluido, que atrapaba al lector desde el inicio de la obra y no soltaba hasta que el libro se terminaba. Y, como buen escritor, incursionó en distintos tipos de narrativa: policial, folclórica e incluso fantástica. Es una verdadera lástima que no haya podido terminar su novela Tikal Futura, una distopía que prometía mucho. ¡Se le extraña al maestro!».

Desde la colonia Villa Alborada, al sur del barrio El Ingenio, Amatitlán, el poeta German Albornoz Pellecer nos dice: «Hay que hablar de la sutileza con que Franz encuentra palabras. Si vamos a hablar de Huracán corazón del cielo, sólo con el título de la novela encontramos referentes al Pop Wuj, encontramos referencias a lo poético. Hay una carga poética en Franz y vamos a encontrar eso a lo largo de Huracán corazón del cielo. Quizás uno de los puntos más destacables es cuando él plantea que en los limoneros del patio de su casa, los limoneros sembrados por su mamá, llegaban a cantar los jilgueros a las cinco de la tarde. Si ahí no hay poesía, por lo menos hay imagen, y si hay imagen, hay recuerdo viviente».

Ahora bien, ¿cómo acercarnos a sus libros repartidos entre Guatemala y Nicaragua, con improbables hallazgos en los demás países centroamericanos? A primera vista es tarea complicada. Huracán corazón del cielo salió a circulación en 1995. Y te diré quién eres (Mariposa traicionera) se publicó en 2006. Encontrarse con un ejemplar de La princesa de Ónix y otros relatos, aparecido en 1989, es una auténtica rareza. Todos estos libros no han vuelto a publicarse: si los consiguen, ni los presten. El sello F&G Editores se propuso crear la biblioteca Franz Galich, la inauguró con el envío a imprenta de Tikal Futura en 2012, pero algo sucedió para que la familia le retirara los derechos.

Mejor fortuna tuvieron Managua, salsa city, con dos reediciones, y Ficcionario inédito y En este mundo matraca, con una. Pero la vuelta de En este mundo matraca, poblada de personajes y referencias que sólo pueden captar los amatitlanecos de cierta edad, tuvo nula repercusión en nuestro medio. Y por medio se entiende a los escritores, a los lectores aspirantes a escritores, a las contadas personas que leen por placer y los periodistas dedicados a reportear el acontecer cultural limitado a dos o tres zonas de la Ciudad de Guatemala. No lo olvidemos: todo lo que está después de Mixco, Villa Nueva, la zona 18 y la carretera a El Salvador queda lejísimos para el capitalino.

Lo cierto es que venimos a celebrar la vida y el legado de un escritor que sigue presente desde que nació el 8 de enero de 1951. Su ciclo se interrumpió antes de tiempo, como sucede con tanta gente valiosa por designios que escapan a nuestro control. Pero su voz, su actitud, su recuerdo, la dedicación a su obra, prevalecen en su familia de sangre, en sus amigos, en sus exalumnos, en sus lectores. En resumen, entre todos nosotros.

 

Última modificación Viernes, 24 Junio 2022 00:22
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