Ana Lucía Montufar

Una pandillera también merece amor

No hay que rendirse a la primera, segundo, o tercera, o...

Hace mucho que dejé de confiarle mi corazón a algo tan volátil como el amor. Dejé de creer en los cuentos de hadas, pero principalmente dejé de poner mis esperanzas en un príncipe azul que llegue a rescatarme de cada adversidad que se me presenta en el camino de la vida.

No por desconfiada, sino porque ya conocí el desamor, me enfrenté con él cuando mi expareja me engaño dos veces, y ambas con tal descaro, que hasta insulto mi inteligencia.

La primera había sido con una chica que desconocía, pero que había invitado a salir al mismo centro comercial, donde yo había quedado con unas amigas, el mismo día y a la misma hora, y si obvio me di cuenta.

Me molesté muchísimo con él, pero decidí no mencionar nada al respecto y simplemente guardar silencio, por miedo a provocar más estragos en una relación que ya no daba para más, así que continuamos como pareja, pero fue la peor decisión que puede haber tomado.

Meses después cometió el segundo engaño. Fue en 2018 mi primer año de universidad, con una chica que era de mí mismo año y cursaba la misma carrera que yo, no puede enfrentar el dolor de convencerme que la persona que yo había idealizado, no estaba ni cerca de ser semejante a la imagen que yo me había inventado, así que en un arrebato me retiré de la universidad en aquel entonces.

Y finalice con dolor aquella relación en la que había puesto todas mis ilusiones.

Así que con el tiempo, y sin una pareja que me recuerde como se siente el sentirse amado, fui olvidando por completo como era enamorarse o por lo menos el sentimiento de anhelo mientras ese amor llega.

Pero hace poco leyendo el libro del periodista latinoámericano Fernando del Rincón, titulado Del Rincón a los medios, donde relata una pequeña historia de su primera entrevista a una pandillera, recordé aquel sentimiento que estaba inmerso dentro de lo más profundo de mi alma, pero que de alguna forma aún albergo dentro de mi corazón.

Mi sentir y mis emociones no son tan distintas a las de ella, aunque vengamos de clases sociales distintas, así que citaré la narración de él:

“Era una niña y me contaba sus sueños de encontrar a ese príncipe azul que la sacara de allí y de poder estudiar, vestirse bonito, tener una casa, su recámara, su cama y dormir en un mismo lugar todas las noches. Cosas que son tan comunes para muchos de nosotros eran un sueño para ella. Sus grandes ojos color verde se iluminaban mientras me confiaba sus pensamientos, creo que en el fondo deseaba que yo fuera ese, el que la sacara de donde estaba. Sus acciones e intenciones así lo hacían ver”.

Este pequeño párrafo me hizo reencontrarme con aquella versión de mí misma que había decidido enterrar por miedo al desamor, por el temor de enfrentarme en duelo con él una segunda vez y salir derrotada.

Pero a su vez me hizo darme cuenta que todos deseamos y merecemos amor, nadie está exento de aquel sentimiento tan profundo que envuelve el corazón, que te transforma para convertirte en tu mejor versión.

Al final todos somos dignos de amar y ser amados sin importar cuanto daño hayamos provocado en el pasado. El amor es para todos y de todos.

(0 Votos)

Deja un comentario

Asegúrate de ingresar todos los campos marcados con un asterisco (*). No se permite el ingreso de HTML.

  1. Lo más comentado
  2. Tendencias

INDIFERENCIA...

0

Por Rubén Flores

HISTORIA...

0

Por Rubén Flores

El vacío que Mickey 17 nos obliga a ver

Una película que se debe ver una vez en la vida.

Por Gabriel Arana Fuentes

Vi la saga Final Destination 25 años des…

No es la gran cosa, pero entretiene.

Por Gabriel Arana Fuentes

INTENSIDAD...

...

Por Rubén Flores

next
prev