Ana lucía Montúfar

El colegio me destruyó como mujer

Cuando estudias en colegio de monjas...

Hace unos días me reencontrarme con una amiga del colegio, para ser honesta me fue fatal. Aunque de cierta manera algo en mí presentía que así sería, ya no había conexión y mucho menos tema de conversación, ya que ella desconocía en absoluto mi vida actual.
 
Así que para almorzar decidimos pedir unos tacos. Una parte de mí tenía la esperanza de que esa comida arreglaría nuestra mala comunicación. Así que, para el tercer taco, comenzó a llorar, yo estaba sorprendida por la repentina reacción, así que solo decidí acercarme y abrazarla. 
 
Casi al instante me confesó que era infeliz en su relación actual, porque se había dado cuenta que era lesbiana y que ya había experimentado todo lo que eso conllevaba y le había encantado. Su nuevo y gran amor era su mejor amiga, pero no podía estar con ella porque su novio actual no la dejaba ir. Quedé impactada por el giro que había dado esa conversación. 
 
Años atrás nos habíamos graduado de un colegio de monjas, donde todo era tradicional y te habían formado para ser la mujer sumisa que la sociedad esperaba que fueras, además de una mujer destinada al fracaso en el ámbito profesional, porque tu propósito era conseguir esposo, tener hijos y esperar a que él te mantuviera económicamente.  Hasta recuerdo las palabras que nos decían:

“Si el matrimonio fracasa es culpa de la mujer, porque ella descuidó al hombre”.

No sé si les parezca absurdo, pero para mi lo es. 
  
Mi amiga estaba frustrada, no sólo por su pareja actual, sino por la poca experiencia sexual que habíamos tenido en el colegio, y pensándolo bien, tenía razón, había sido el infierno mismo. No podíamos hablar o invitar a un chico a una actividad del colegio, porque al día siguiente seguro estabas con un reporte en tus manos y junto a la grandiosa compañía de la directora.
 
Siempre me sentí como en un catálogo, donde no importa si el chico te gusta a ti, lo importante era que él te había elegido, y estabas para servirle en lo que deseará y eso sin contar la horrible idea que nos introducían en la mente, de no usar anticonceptivos a la hora de tener relaciones sexuales.  Porque

“el condón te convertía en una mujer infértil”

o al menos eso era lo que nos decían.
 
Así para el final de nuestro dichoso reencuentro me hizo la siguiente pregunta: ¿Y tú qué sos?
 
A lo cual respondí: "Heterosexual", pero mientras manejaba de camino a casa, esa pregunta se quedó impregnada en mi mente, y no porque dudé de mi sexualidad, sino porque me di cuenta de que debemos de dejar de contribuir a ideas patriarcales que únicamente refuerzan el sistema en el que vivimos. 
 
 Y ojo mujeres, en algunos casos no son los hombres los que nos discriminan y nos marginan, sino que en ocasiones, somos nosotras mismas quienes lo hacemos cuando juzgamos el comportamiento de otra, solo porque no es el adecuado... según nosotras.

 

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