Me equivoqué de chat

Usar el chat es mucho mejor que hablar. De hecho, yo mismo me he dado cuenta que es posible hasta vender por medio de un chat sin necesidad de una llamada. Los tipos de las tarjetas de banco, para evitarse la regañada respectiva, prefieren escribir un texto animando a darle clic y solicitar más información sobre una u otra tarjeta.

Pienso que con un texto se puede arreglar cualquier situación. Bien lo decía un jefe mío: esta reunión se podía haber evitado con un correo electrónico. Yo opino igual. Una llamada se puede evitar con un simple texto: No hay señal, no me envíes más mensajes, adiós. 

También suceden otras situaciones. Como las que me suceden comúnmente a mí. Resulta que en mi Whatsapp siempre tengo el chat más reciente y comúnmente es el que tengo con mi pareja.  En repetidas ocasiones, he creído escribirle a ella y el texto se lo he envíado a otra persona; ya sea mi suegra, una cliente o una compañera.

Más de alguna vez, ellas han recibido un mensaje como:  Gracias mi amor, ya llegué. Te amo.  Yo lo tomo con humor, y seguro ellas también, pero me pongo a pensar: ¿qué pasaría si el texto no fuera tan romántico o bondadoso como el anterior?

Me imagino que si me equivoco pensando que le había escrito a mi pareja: En el otro chat está tu mamá o esa chava que tanto jode y, ni modo, le tengo que hablar. Seguro que no lo tomarían con tanta risa.

Creo que eso le ha pasado a más de alguno, pero también pasa que uno se equivoca de conversación. Es decir, ese tema que no debía haber tocado en el chat. Ya sea en el chat grupal de la oficina o de la familia, o con alguien en específico. 

A ciertos compañeros no se les puede tocar el tema del dinero. Siempre andan fregados de dinero, nunca tienen o siempre pagan el mínimo. En mi familia ni hablar de ciertos familiares o de los hijos…  y tienen razón, a nadie le gusta que le hablen de sus retoños.

¿Qué tema es intocable? Hay muchos, pero lo que si no le deseo a nadie es equivocarse de chat y pensar que las personas cambiaron con la pandemia.  Cada día me encuentro con más razones para opinar que no hemos cambiado y somos más sensibles.

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